martes, 23 de diciembre de 2008




Era fácil quererte cuando eras chiquita, y te podía levantar, y mirarte la pancita, bien redondita. ¿Vos te acordas? Cuando te puse el cascabel para que no te me perdieras, porque hubiera sido horrible escucharte llorar y no poder hacer nada para ayudarte (aún lo es eh, por más que ya no seas más chiquita) pero no, vos te los sacaste. También te chocabas con las paredes, y todavía queres entrar, aunque ya hablamos de eso, en verdad yo hablo, y vos escuchas, o te distraes con la pelotita amarilla, o me miras y doblas tu cabecita, porque, por qué vos no podrías entrar, todos adentro y vos solita afuera, no es justo, me miras y me decis eso.
Te me queres subir al regazo, sabes que con este calor apenas me soporto, te bajo y te digo ¡no! con todo el poco autoritarismo que me distingue, y te bajas y me das besos en las piernas y te me tiras a los pies, cómo echarte de ahí, si sos la cosa más linda que pude encontrar en una iglesia

jueves, 18 de diciembre de 2008
































Hay días que no sé, que en verdad no tengo idea de cómo los recuerdos se unen entre sí, si yo estaba jugando tranquila en el piso al lado de mi garage cuando de repente agarraron mis cosas, la cocina, las mesas, las sillas, las camas y las llevaron a 500 km de distancia, y ahí acostumbrarse a tener cuidado a cruzar las calles, a no conocer a las personas que te encontras en el supermercado, en el colectivo, la distancia fatal entre los seres a los 12 años. Y después espacios vacíos, momentos que no dejaron nada, y el esfuerzo, el tremendo esfuerzo de querer saber cómo los recuerdos se unen entre sí, cómo ahora te miro y me siento un poco más tranquila que antes, pero sabiendo que antes estaba bien, que habían personas, contadas, que me daban esa tranquilidad que me parece que busco desde que agarraron mis cosas y las llevaron lejos lejos , y en esa entremezlca de ya momentos empolvados, quiero creer que antes no eran recuerdos, se me olvida, se me olvida que antes eran como vos ahora, como mis ganas de escribir algo que no deje que se vayan.
¿Será que para todos la memoria es así? La mía son jirones, recortes de instantes, a veces siquiera gestos dispersos, colgados de una soga, agitados, quietos. Mi memoria es olvidadiza.


y me pregunto que pasó con esa tela escocesa de mi muñeca